Compañeros ensoñadores:
Continuando
con el experimento iniciado con las piedritas para ensoñar, anoche
intenté entrar al ensueño sin utilizar las piedras, solo con las plantas
de los pies tocándose y al mismo tiempo tocando en ambas manos las
respectivas yemas de los dedos pulgar, anular e índice [como en una
marcha de poder].
Un poco antes de quedarme dormido sentí
claramente cuatro grupos de percepciones simultáneas que parecían
provenir de distintos lugares de mi cuerpo:
a) mi Volador personal con su pesada, rígida y repetitiva cháchara habitual.
b) mi Mente Auténtica; alegre, limpia, despegada y suave.
c) las sensaciones de mi cuerpo físico (su posición, el contacto de pies y manos, cierto "entumecimiento" gradual, etc.)
d) la voz del Emisario.
Estuve
interactuando largo rato con la voz del Emisario, tratando de averiguar
qué resultaría si le dijera que se comportara de uno u otro modo ["baja
el nivel!", "cállate!", "habla más fuerte, no... un poco más... un poco
menos!", "menos rápido!", "más claro, que no te entiendo!", etc.].
Respondió positivamente a todos mis comandos, menos a contestar
inmediatamente después de que yo preguntaba algo.
Luego de un
espacio de "no percepción" que no sé cuánto dura, me encuentro dentro de
un ensueño. Es una casa de una sola habitación, en unos cerros ya
conocidos por mí. Parece un sitio de tierra de "tepetate", sumamente
erosionado por el paso de la gente; el patio es muy irregular y de unos
diez metros de lado, con desniveles de hasta unos dos metros que parecen
haber sido excavados sobre el cerro. Todo tiene bordes curvos amplios y
muy gastados. En realidad es un grupo de casas de gente humilde, que
parece encontrarse muy en las orillas de una ciudad, apenas si hay
algunas plantitas desperdigadas aquí y allá y algunos gatos que
deambulan. Mi habitación está llena de personas.
El lugar me
parece conocido, ya he ido varias veces a él. Sin embargo, todo cuando
hay ahí son solo fantasmas de mi mente, proyecciones que no generan
energía.
Comienzo mis experimentos. Elijo a uno de los hombres,
uno que está hablando a los demás acerca de cosas banales como el clima y
los problemas cotidianos con la familia, lo veo fíjamente y le digo
"cámbia tu apariencia", y después de oscilar un poco se convierte en
otro hombre. Lo hago cambiar unas cuatro veces de apariencia; es
asombroso, ninguno se parece al antecesor. Luego le digo: "vuélvete
mujer", y ¡se enoja!. Me dice que ya deje de molestarlo, que ya hizo
todo lo que le pedí, que no le pida eso por favor [en este momento me
parece divertido, pero en ese momento no sentí nada, solo estaba seguro
de que debía imponerme]. Lo obligué, se revolvió y se opuso, pero al
final no tuvo más remedio que volverse mujer. Pero el esfuerzo que había
realizado pareció agotar mi atención de ensueño y todo comenzó a
desvanecerse.
Entonces comencé a "girar los ojos" en el sentido
de las manecillas del reloj y las cosas comenzaron a hacerce nítidas
otra vez. Luego probé a girar con las manos extendidas, y todo a mi
alrededor se hizo aún más nítido y definido, pero no tan nítido como con
las piedritas.
Ignoré a las personas aquellas, aunque reclamaban mi atención, y me salí para probar algunos pases de tensegridad.
Practiqué
algunos movimientos y fue muy curioso, mi cuerpo los efectuaba con
ligereza, fuerza y precisión, pero no parecía ser mi cuerpo; es decir,
parecía que mi cuerpo no tenía masa, solo forma. Los pases prendieron
algunas chispitas rojas y amarillas en la punta de mis dedos cuando
terminé [no fueron más que tres movimientos distintos hechos una sola
vez cada uno y correspondientes a distintas series o grupos]. Las puntas
de los dedos parecían contener millones de puntitos como constelaciones
de estrellas. Me entretuve viéndolos "moverse, expandirse y sacudirse"
cuando sacudía las "manos" frente a "los ojos" en una y otra dirección,
con mayor o menor fuerza. Pensé que terminarían por caerse, pero
parecían diminutas brasitas pegadas a los dedos; fueron apagandose muy
gradual y lentamente.
Luego ví un gato amarrado en la puerta del patio, era un pequeño gatito, era una proyección también, como todo ahí dentro.
Me
agaché [quería en realidad, probar algunos movimientos del pase del
Tigre Dientes de Sable], toqué el suelo irregular de dura tierra
apisonada y quise ser un gato, pero en lugar de eso, me llegó la
sensación de ser un tigre. El cuerpo se contrajo en distintos sitios y
me sentí feroz, muy fuerte y ligero. El gatito frente a mí se erizó y
gruñó asustado, pero enfrentándome mientras retrocedía hacia un lado de
la puerta. Pasé frente a él sin prestarle atención, gateando suave y
elegantemente, como un felino grande y poderoso.
Había gente más
allá que parecía enfrascada en sus asuntos. Antes de que me vieran,
siguiendo un impulso, me erguí de nuevo e inmediatamente volví a ser "el
yo original" que había iniciado el ensueño.
Quería volar, así
que, en lugar de elevarme ahí, frente a todos, caminé y corrí con mucha
agilidad entre callejones, hasta llegar a una lomita pelada y elevada,
del mismo material de dura tierra con muy poca arenilla gruesa suelta
encima.
Parecía que acababa de amanecer, todavía no salía el sol o
acababa de meterse a mi espalda. Era un cielo altísimo, azul
blanquecino y sin nubes. Me paré, abrí los brazos, y me dejé caer como
una tabla hacia un valle enorme y hermoso que se extendía como una gran
colcha de colores hasta unirse con el cielo, allá en el horizonte
infinito.
Con afecto:
Z.
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